-A todas las víctimas-
Coagulada, la sangre revela
el naufragio de su rostro.
La tierra espera. Tirita el vaho
por las descarnadas e inertes
angosturas que saja la bestia.
Las mordeduras del verdugo
tremolan su vileza homicida
y arpegian sus garras
un aria de humor y lodo.
Cuánta monstruosidad sobre la fragilidad
e inocencia,
maldiciendo la distancia
que le separa de los sueños.
Mas,
bajo las costras
bulle
bajo las heridas
caliente
y
bajo el hálito
que se fuga
roja
corre
y reverdece,
pugna
y se rebela
por el lecho libertario de sus venas.
Y vence.
Loja, 15 de octubre de 2018