Un revuelo de hojas muertas
me ha conmovido al alba: en dorado balanceo,
de un tiempo que no es el suyo ni el de ahora,
ha consumado un otoño que se pierde
en el recuerdo de los olmos, tibiamente,
mientras germina una mañana que se apresura a embelesarnos.
El entretiempo de esta juventud irrevocable
se ha fraguado ante mis ojos con la furia del viento,
ha surcado por entre el azahar que proclama
la rebeldía de los tallos y la sangre que fluye prematura
tras el vacío infructuoso del invierno.
Hoy, una primavera libertina e impetuosa
ha teñido de esperanza
la rancia frialdad de ese espacio opaco,
ha removido entre sus entrañas y
provocadora
consagra el pálpito púrpura
sobre las copas de sus brazos.
Loja, 7 de febrero de 2016.
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