Camisa negra bajo terno
opaco.
En su defecto palomita sobre cuello
polícromo y, a ser posible,
chaleco floral y rebeldemente
canalla.
La mirada lasciva, tanto
como la procacidad que distancia
su lengua del himen de los tímpanos antojados.
Un halo grandioso
abriéndose paso,
un saludo: un
desprecio,
un afán indecible,
un hueco.
No transcurre el tiempo que les retiene
más allá de su tiempo preclaro: ¡verso
es,
estrofa, mundo,
uno
inmenso: dios!,
naturalmente.
Loja, 13 de agosto de 2017.
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