miércoles, 27 de julio de 2011

En el tiempo que le restan



En el tiempo que le restan
a estas
mis palabras rotas,
las páginas no escritas desaparecen
bajo el desastre de un índice
terminal y ciego.

Un remolino subyace
a la opaca ausencia
de sus indecibles voces:
revela un corazón aquejado,
un latido con fecha de caducidad.

Bypass enrabiado y homicida,
tosco batir que aproxima un tiempo
infinito
de verbos prematuramente epilépticos.

Apelo a la demencia
por preservar
cuatro nombres propios
cuatro señas
cuatro sueños,
mas la huella violácea de los labios
apenas roza el destino
de los aguijones prestos
como besos envenenados.

Herradas las horas que no sucedieron,
el óxido de los abatidos días ensombrece
una especie de humana culpa,
y la línea que asiera
acaba por consumarse
-grave-
en un caótico y fecundo
agujero negro.



Torrox, 26 julio 2011

Apareciste


Apareciste
y todo se giró azul mar
y noche como tus cabellos
y a ellos me envié
por alcanzar
el mascarón de tu proa.

Así, sencillamente,
así, necesariamente,
como un redentor sobre las aguas.

Torrox, 27 julio 2011