jueves, 30 de diciembre de 2010

Recuerdo



Recuerdo.
Sí, recuerdo lo que fueron un día sueños
y la invención de su existencia,
el pecado original de mis deseos
el olor y la hechura de sus coordenadas
la ilusión del tiempo transcurrido
y su tangible residencia entre mis dedos.
Recuerdo, por ejemplo,
el color de los cuadros del pantalón
que –de un día a otro-
me convertía en hombre ante tus ojos
y de tu cola de caballo.
Aparecen
en mi recuperada memoria
escenas coloreadas
de una película sin título que podría ser mi biografía
o pedazos de la tuya compartida.
No son demasiados por ahora,
lo se,
pero están regresando, poco a poco
tras años de distancia y abandono.
Puedo seguirlos con mis manos,
delicadamente dibujarlos,
contenida la respiración
por miedo a despertarlos,
a que huyan y no vuelvan
ni en esta ni en vida alguna que existiera.
Pero temo
que este feliz reencuentro
sea preludio de otro intervalo más confuso
más oscuro y definitivo,
y digo sólo espera porque la crueldad no acuda
a mis ojos y los vele
cual fotografía que muere a la luz
antes -si quiera-
de ser morada para corazones.

Loja, 30 de diciembre de 2010

lunes, 13 de diciembre de 2010

Las gotas caídas

 
Las gotas caídas
de noche
sobre el tejado
clamaban ruidosamente
la revolución de la luna,
haciendo de la oscuridad escudo
al fuego de zapatillas,
proclamando la independencia
de las sombras (república popular).
Los gatos negros
son gotas caídas
de noche
sobre los tejados.
 -1978-

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Apenas una sombra



Apenas una sombra:
borroso el aire
y atezada su indecisa presencia,
debatiéndose entre ser presentimiento
deshabitado y ciego
o tenaz sustantivo
de espejos ferreamente leales y claros.

Un cincel perpetúa -a golpes de segundero-
proporción y equilibrio a partes iguales:
residencia para los tiempos inéditos y venideros,
dominio y seña para el ajuar de los juramentos.

Del norte vientos como lanzas presuntas
aceradamente
del sur estériles hechizos como almas
descorazonadas.

Un olor a herrumbre atenazando sentidos
un sufrimiento antecesor a la deriva
el fragor de la desmesura
la tez violácea de las pupilas
al borde del precipicio
un fuego amotinado entre Dios y el hombre
cautivo
y una esperanza atracada de desobediencia
plena
por los suelos.



8 diciembre 2010