Penetra otoñal
la luz de la tarde
a punzadas por la persiana,
y una extraña alegría quiebra
el espejo huraño
donde apenas me reflejo.
Afuera, sus voces
llenan de bullicio y colores
el revoloteo que me habita en ese
instante
y parece que amaneciera con sus pocos
años.
Mas la luz avanza,
tanto como se alejan sus risas
hasta precipitarse
en el silencio opaco,
tal como las horas se acaban.
Y regreso a la sombra
inmovil
que ocupa mis sábanas.
Loja, 16 octubre 2013.