martes, 28 de septiembre de 2010

Prólogo para el inminente libro de relatos de María Borrego

 


Qué importa el momento, el espacio, o el tiempo verbal en que declinemos la vida, hay cosas, hay casos que necesitan ser dichos, que necesitan ser compartidos y, hayan de pasar mil años o mil segundos, habrán de surgir, habrán de abrirse paso entre el maravilloso caos del recuerdo, entre la certidumbre o la duda, entre los días y las noches en que se dividen, fielmente, el alba y los ocasos o sus contratiempos.  
Una secuencia, una sola, de tantas y tantas como conforman la película de nuestra existencia da para un sinfín de matices, para un inabarcable número de horizontes posibles. Un renglón, uno sólo, de las tantas y tantas páginas escritas en las líneas versiculares de nuestro alma, da para tan vasto despliegue de metáforas, hipérboles, perífrasis,  o paradojas  que toda simple linealidad deviene imposible y sí, por el contrario, complejo mundo de sensaciones y sentimientos.
Es hora, entonces, de recobrar  lo que quedó a la espera en un rincón cualquiera de nuestro pensamiento. Es hora, por supuesto, de contraponer lágrimas y risas, alegrías y tristezas,  y calcular el saldo en besos que es como hablar de amor o de vida compartida. Es hora, indefectiblemente, de destramar los perfiles más opacos por aclararlos y vestirlos de los colores de un arco iris que en ti nace y de ti parte. Es hora, qué duda cabe,  de reponer las íes a unos puntos que fueron y seguido o aparte, según que el ir y venir de nuestros acontecimientos personales cayeran o no por la colina de la palabra rota o sobrevolaran la cima de las mayúsculas por coronarla. Es hora, de unos puntos que fueron suspensivos o y coma, según que la respiración se nos rebelara vida necesaria o revelara confesión necesaria. Dos puntos por desvelar lo que un día supuso silencio y ahora brota afinado canto.
Que ha llegado el día en que conjugar pasión y emoción va más allá de una rima consonante para ser testimonio y reflejo: de uno o de los demás, de aquellos a los que se quiso o se quiere o de los que nos quisieron, por no hablar de quienes no existieron por más que insistían en hacerse presentes, estando tan ausentes.
Vertebrar este juego malabar de unir pasado y presente, de traer y llevar por las calles de la memoria tanta y tanta historia, tanto y tanto relato no es tarea fácil y más para a quien, durante largo tiempo de su vida, se le hurtó la luz de la escritura. Por eso, cuando todo lo que acontecía en su corazón y se escribía indeleblemente en las páginas de su alma, pudo hacerse letra patente, sentimiento escrito, una ilusión de siglos se hacía verdad en su ánimo, se materializaba la magia de los sueños, de los deseos, de las ilusiones… Y, cómo no, se hacían de carne y hueso, de piel y de sentimientos los episodios que pugnaban por salir desde su interior a respirar el aire vivificante de las páginas impresas.
Como el aire que se llevaba la paja, en palabras de María Borrego, autora de este imprescindible libro para conocer la historia real, profunda, sin  concesiones, tantas veces dura y algunas amable de tantas y tantas Marías, o Carmen, o Dolores, o Juanes, o Antonios… como formaban la realidad de pueblos como Loja en épocas poco dadas al romanticismo y, ni acaso, a la melancolía. Porque existía lo importante, lo vital, lo absolutamente necesario, y el resto. Y a veces -demasiadas- el resto no estaba al alcance de las gentes sencillas y humildes.
Por eso, ahora que el resto es el reto, saludamos con alegría su contribución al conocimiento común y, de igual manera, a desentrañar tantas y tantas incógnitas que el devenir de los días fue creando en torno a mujeres como María. A romper silencios, a aclarar las estancias, a iluminar el paisaje que, tras tanta sombra, tanta oscura y amarga permanencia ya necesitaba colores nuevos. Y  al leer ahora “mi madre no tuvo tiempo para los besos” o cuando dice “tengo encerrados dentro de mí miles de besos”, nos precipitamos deliberadamente en un caudal de besos, un caudal que promete inundarnos a todos, como un Nilo que desde la Alcazaba nos fecundara a todos.
Bienvenida María Borrego. Bien hallada, quise decir, porque contigo nos hallamos todos

martes, 21 de septiembre de 2010

Saludo a la poeta Sofia Serra

 

http://sofiaserragiraldez.blogspot.com/ 


Amiga Sofía, acabo de leer ese bellísimo texto que te/me precede a la lectura de tu libro. El relato del amor que sientes y depositas entsu nueva criatura. Lejos de ser un prefacio o un comentario de texto, o el anuncio de una nueva publicación, es un delicioso ir y venir por la creación y sus consecuencias. Desde el cariño o el temor, hasta los deseos y el adiós. Es un pasaje por tu alma (escrita con minúscula, no porque sea menor, sino por desraizarla de cualquier connotación religiosa), abierta, como haces con tu poesía, a la pluma o la lengua de quien la visitara, sin temor a que la descarne o la sublime. Porque eres, al fin y al cabo, inmune a la codicia o a la servidumbre y eso te da una enorme ventaja sobre el resto. Amiga poeta, siempre con la dulzura y el genio necesarios, con la agudeza y la placidez conveniente, con espíritu y carne perfectamente equilibrados, y algunas dosis mayores de aventura y sorpresa prestas para la enjundia de la vida y de las letras, te disfruto con la esperanza de hacerlo como tú lo haces: plenamente. En cada palabra y en cada silencio, en cada suspiro y en cada lágrima conversa. Te disfruto con afán de continuidad. Y eso gano. Enhorabuena y feliz parto. Del resto, de las maternidades y paternidades posteriores a tu alumbramiento otros habrán de contárnoslo.
Juan María Jiménez. Tarde del martes 21 de septiembre.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Cinco horas más tarde

 

Cinco horas más tarde
ciento treinta pulsaciones por minuto
y una marea de sístoles y extrasístoles
bambolean mi cuerpo
como un tierno tentetieso.

Tu voz sabe a cereza

 


Tu voz
sabe a cereza,
sabe -amor mío-
a primavera.
Encarnada melodía en tus labios
contagia tus palabras a beso
y por vivir amando
padecer ansío todos tus quieros.

Tu voz
sabe a canto,
sabe -tú: mi pura armonía-
al compás de los vigorosos corazones.
Partitura de color en tus ojos
que me lleva a lo lejos,
y por posarme en sus alas
encadeno mi alma a tus vuelos.

Y si tu voz calla
-¿quién podría quebrarla?-
ensordecen mis sueños
enmudecen latidos
cae al vacío mi aliento:
muñeco roto ya
trazo truncado
homicida invierno.



                                                               25 noviembre 2009

He cambiado mi tiempo

 




He cambiado mis segundos
por el latir de tus palabras,
y ya mi tiempo eres tú desde ese instante.


Loja, 20 de septiembre de 2009

Se cruzan

 


Se cruzan
reptan
crecen y
se descierran gota
a gota.

Se aman guarecidas
por la inocencia
de los tiempos muertos,
enloquecen
por el abismo de las heridas
que van matando
lentamente.

Arroja a la Tierra

 

Arroja a la Tierra de su órbita
o mejor
arrójame a mi.
Sabrás, amor,
qué siento sin ti.


23 agosto 2010

Hace mil años

 


Hace, amor, mil años que te presiento
te conocí un día aún cercano
y tengo toda una vida infinita para quererte.

Esta noche soñé con ella

 


Esta noche soñé con ella.
Soñé que, ebrio de su mirada
y del elixir de sus labios, giraba
y giraba cual galaxia en su universo
y fue ella Sol y yo Tierra
y fue ella Tierra y yo Luna,
y danzamos ante la rebelión de los astros
y nos sumergimos en la voluptuosidad
de nuestros deseos.

Soñé que me miraba
sedienta de unos besos
e intenté saciarla en un revuelo de sentimientos,
y me dejaba caer por el vértigo de su pelo
hasta alcanzar de su anhelada naturaleza
los frutos más encendidos y jugosos,
y quise ser Adán en su tierra prohibida
hasta morir en el goce del dulce pecado.

Esta noche soñé con ella
y al despertar
supe que todo fue cierto,
que no hubo despertar sino vigilia
en toda la noche desvelada,
que el pálpito de corazones
es un torrente desbocado:
y ella es Sol y yo Tierra
y ella es Tierra y yo Luna,
y en su edén prometido yazgo
bajo un cielo precipitado.



Loja, 26 de septiembre de 2009

viernes, 17 de septiembre de 2010

La madrugada



La madrugada se abre

a un abismo insomne.

A dónde miraré cuando el tiempo amaine.

Andante ma non troppo

 


Una pupila
Una puerta
Una mano
Una ventana
Un horizonte
Un camino
Una brisa
Un refugio
Una mirada
Un hombro
Una estrella
Un asombro
Una nube
Un abrazo
Un paisaje
Un beso
Una imagen
Un espejo
Un suspiro
Una silla
Un vuelo
Un océano
Una sonrisa
Una brizna
Un respiro
Una luz
Un paseo
Un corazón
Una silueta
Un guiño
Un quiero
Un quiero
Un quiero

Lo que espero
Lo que no está
Lo que no encuentro
Lo que se fue
Lo que no llega
Lo que se esconde
Lo que languidece
Lo que resiste
Lo que no alcanzo
Lo que no respira
Lo que no se mueve
Lo que no transfiere
Lo que se desvanece
Lo que no palpita
Lo que no siento
Lo que no veo
Lo que no veo
Lo que no veo

La desazón desatada
La tarde que declina
La desdicha que se crece
La oscuridad cercana
La mentira innecesaria
La despedida recelosa
La encrucijada tardía
La negación despiadada
La impotencia severa
La herida persistente
La sinrazón preclara
La desesperanza eterna
La ausencia inmerecida
La aflicción inevitable
La lluvia inerte
La espalda muda
La muralla gangrenada
La sospecha injuriosa
La ceguera
La ceguera
La ceguera

              Y el silencio
              Y el silencio.
              Silencio.



Loja, 29 mayo 2005

domingo, 5 de septiembre de 2010

Poema de Francisco Javier Doncel



El mar es tu semilla de libertad
o la puesta de tus ojos en el horizonte
donde nunca te podrás apoyar.
La síntesis del viaje sin senda
al llegar el día anónimo
en que tu cuerpo,
desnudo, enjuto y despierto
del sueño de las antesalas
vierte lentamente sobre las olas
las cenizas del amor...

Poema que me ha dedicado ese gran poeta y amigo que se llama Francisco Javier Doncel
4-septiembre-2010

jueves, 2 de septiembre de 2010

He visto la muerte asomada a tus ojos



He visto la muerte asomada a tus ojos
y se me ha nublado la mirada
se me ha reventado el alma
y he llorado como un niño
tanta angustia vieja.


1 de septiembre de 2010